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  • La profundidad de un mercado

    2018-11-01

    La profundidad de un mercado financiero es más difícil de ponderar, pues tiene que ver con la diversidad de los instrumentos de inversión, cobertura y especulación que dicho mercado ofrece. Los inversionistas son muy heterogéneos en cuanto AZD 6244 expectativa de rendimiento, proclividad al riesgo, necesidades de liquidez y disponibilidad de recursos, entre otros factores. Un mercado profundo dispone de una amplia gama de instrumentos para responder a las múltiples preferencias y necesidades de los inversionistas. Aun cuando no se encontró información sistematizada que sustente un ejercicio comparativo confiable en materia de profundidad financiera, existen algunos indicadores indirectos. A partir de información estadística de la World Federation of Exchanges correspondiente a enero de 2016, es posible señalar que el Mercado de Valores de Nueva York y el mercado estadounidense de acciones tecnológicas Nasdaq ocupan el primer y segundo lugar en el mundo, respectivamente, no sólo en cuanto a valor de capitalización doméstica y volumen de operación accionaria sino, también, en cuanto a niveles de liquidez. Asimismo, de acuerdo con el informe de la wfe correspondiente al año 2013, el Mercado de Valores de Nueva York se ubica en primer mundial en creación de nuevos fondos negociables en el mercado, los cuales son alternativas de inversión que replican el comportamiento de un determinado índice, de modo que quien invierte en el fondo obtiene el rendimiento promedio del mercado subyacente. Finalmente, según el informe mencionado, El Chicago Mercantile Group Inc. es el mercado de productos derivados más grande del planeta y en éste se negocian tanto futuros como warrants (u opciones estandarizadas) con una amplia gama de subyacentes: índices accionarios, tasas de interés, monedas foráneas y metales preciosos.
    Las inercias de la historia y la dificultad para revertirlas La marcada preferencia mundial por el dólar estadounidense como unidad de cuenta, medio de pago y depósito de valor obedece al hecho de que esta unidad monetaria es ampliamente utilizada en todas partes, tiene bajos costos de transacción dado que su diferencial cambiario (o spread) es comparativamente bajo, es fácil de comprar y vender en los diferentes países y regiones, y mantiene su poder de compra a lo largo del tiempo. Hellerstain y Ryan (2009) apuntan que el principal incentivo para que muchas naciones adopten el dólar como moneda internacional es que éste permite reducir los costos de transacción asociados al intercambio comercial. Además del dólar estadounidense, en el mundo existen actualmente 179 monedas. Si el comercio bilateral entre terceras naciones se llevara a cabo usando un gran número de pares de monedas, los bajos volúmenes de operación en cada mercado cambiario se traducirían en elevados costos de transacción cambiarios. El uso del dólar como moneda vehículo, o de un reducido número de monedas regionales, permite generar las economías de escala necesarias para abatir los costos de transacción cambiarios y hacer más eficiente el comercio internacional (Lim, 2006). Otro incentivo importante es la necesidad de individuos y negocios, especialmente en los países en desarrollo con problemas de inestabilidad en los precios, de emplear el dólar como depósito de valor. Las externalidades sistémicas (ES) aluden precisamente a esto; es decir, a los beneficios netos que la utilización del dólar genera a los individuos, las empresas y las instituciones públicas y privadas diseminadas en todo el mundo. De acuerdo con Chinn y Frankel (2008), tanto los agentes económicos privados como las instituciones gubernamentales tienden a adoptar como moneda internacional a aquélla que ya se encuentra plenamente establecida en todas partes. De allí que el uso del dólar tenga un fuerte componente inercial. Enseguida analizaremos en qué medida el dólar continúa vigente no sólo como la principal moneda vehículo sino, también, como la moneda más utilizada en la intermediación financiera global y en las operaciones de quema y acumulación de reservas de los bancos centrales. El cuadro 2 brinda una idea de hasta qué punto el dólar estadounidense se encuentra establecido como moneda vehículo. En este cuadro aparece la participación de un conjunto de monedas clave en las transacciones cambiarias extrabursátiles durante el período 2001-2013. Estas transacciones podrían definirse como las operaciones de canje de moneda que tienen lugar fuera de las bolsas de valores, específicamente, en los siguientes mercados cambiarios: mercado spot, mercado de contratos anticipados, mercado de swaps, y mercado de opciones. Es importante considerar que, en el cuadro referido, las cuotas o participaciones no suman 100 sino 200, dado que cada operación cambiaria involucra dos monedas. De este modo, primero habría que subrayar que entre 2001 y 2010 el dólar estadounidense perdió terreno en las transacciones cambiarias fuera de bolsa, pues pasó de 89.9 a 84.9 unidades. Sin embargo, entre 2010 y 2013, la moneda norteamericana repuntó hasta las 87 unidades. Puesto que el dólar estadounidense se recuperó en gran medida hacia el final del período, cabe concluir que esta moneda se ha mantenido relativamente firme en los mercados cambiarios mencionados. Del mismo cuadro se desprende que: 1) El euro se mantuvo básicamente estancado entre 2001 y 2010 y retrocedió sensiblemente en los últimos años, pues bajó de 39.1 unidades en 2010 a 33.4 en 2013, 2) La libra esterlina perdió participación a todo lo largo del período 2004-2013, y 3) El yen se caracteriza por una dinámica de altibajos sin tendencia definida, por lo que en 2013 reportó una participación ligeramente menor a la de 2001. De este modo, los únicos avances consistentes en el ámbito de las transacciones cambiarias extrabursátiles son los registrados por el dólar australiano y por “otras monedas” de menor peso estratégico (como el peso mexicano, el yuan chino y el dólar neozelandés). Aun cuando el dólar australiano podría eventualmente desplazar a la libra esterlina en el mercado que nos ocupa, se encuentra todavía muy lejos de representar una amenaza para el dólar, el euro y el yen. La conclusión que se desprende entonces es que, en lo referente a la función de moneda vehículo, el dólar estadounidense permanece firme en la primera posición, en tanto que el euro AZD 6244 y el yen japonés se ubican en la segunda y tercera posición, respectivamente.